El Tratado para la no-proliferación de las armas nucleares (TNP) entró en vigor en 1970, en una época caracterizada por la distensión entre las dos potencias antagónicas de la Guerra Fría. El TNP fué pensado para evitar una proliferación tanto vertical como horizontal del arsenal nuclear: Los 5 Estados Nuclearmente Armados (que coinciden con los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad) se comprometían a ir reduciendo sus capacidades nucleares, y por su parte, los Estados no-nucleares se obligaban a no intentar desarrollar dichas armas. Así, el TNP cimentaba las bases de una cuestión tan substancial en términos estratégicos (y también de seguridad) como era el de las armas nucleares, ya que a partir de entonces tan sólo 5 países quedaban legitimados para poseer ese recurso de poder. Tan solo tres estados (India Pakistán e Israel) se quedaron fuera del TNP. Los tres tienen armamento nuclear.
Pasados 35 años de la entrada en vigor del TNP están empezando a surgir importantes fisuras del statu quo nuclear, y precisamente esta semana han sido noticia dos de ellas. En primer lugar, la UE (representada por la troika comunitaria formada por el Reino Unido, Alemania y Francia) ha instado a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) a llevar el programa nuclear iraní ante Consejo de Seguridad para que éste tome medidas de coerción más efectivas, después de que la estrategia diplomática europea se haya demostrado ineficaz. Se hace difícil pensar que el Consejo de Seguridad pudiera estar por la labor de presionar a Teherán, sabiendo ya que Rusia y China se oponen a posibles sanciones a Irán.
Por otra parte, en cuanto a Corea del Norte una de cal y otra de arena. El lunes se firmaba un comunicado conjunto entre las seis partes negociadoras (EEUU, China, Rusia, Japón y las dos Coreas) respecto a los principios básicos que tendrían que seguir las futuras negociaciones sobre la desnuclearización de la península de Corea. Después de dos años de contactos sin ningún resultado positivo parecía un buen síntoma, pero al día siguiente Pyongyang exigía el suministro de un reactor de agua ligera como condición sine qua non para su desarme nuclear.
Tanto Irán como Corea del Norte se escudan en el artículo 4 del TNP que habla del "derecho inalienable" que tienen los firmantes del tratado para desarrollar y producir energía nuclear con fines civiles. Pero el problema no es un problema meramente energético o de seguridad. También hay claras repercusiones políticas y estratégicas. A nadie se le escapa que no es lo mismo sentarse a una mesa de negociación con o sin la bomba atómica.
24.9.05
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