Hoy compartían jornada electoral; pero poco más unía a los aproximadamente 105 millones de electores llamados a participar en sendas votaciones de Afganistán y Alemania. Comparativamente, ha sido una jornada caracterizada por el absoluto contraste de realidades entre estos dos países, que aún se encuentran muy lejos de corroborar el temor que la globalización esté homogeneizando al mundo.
Por un lado, la eficiencia germánica, que en pocas horas aclaraba el resultado de la votación. Por el otro, asnos transportando unas urnas electorales que dentro de al menos un mes anunciarán al ganador. En Alemania, gente desencantada y cansada de unos políticos demasiado vistos. En Afganistán, gente con la confusión de no saber a quién votar ya que nunca antes han visto a los candidatos.
Quizás sea cierto que la actual revolución de las tecnologías esté reduciendo las dimensiones de nuestro mundo. Pero para reducir las distancias materiales se necesita mucho más que una revolución. En el primer país, la mitad de la población tiene educación universitaria. En el segundo, poco más del 1,8 % de la población goza de este bien a veces tan escaso.
19.9.05
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