26.4.06

200 Hiroshimas en un instante


Era la 1 y 23 de la mañana en la ciudad Prypat y la gente dormía tranquila en sus casas, disfrutando del descanso de los primeros momentos del fin de semana. Nadie se imaginaba lo que havia pasado a poco mas de un kilómetro de sus camas. Uno de los cuatro reactores de la central nuclear de Chernobyl, el que se llamaba Lenin, havia estallado. Las 50.000 personas que vivían en Prypat serian los primeros afectados por la mayor catástrofe nuclear de la historia de la humanidad. Gracias al viento pudieron ser evacuadas antes de que llegara la nube radioactiva, pero por desgracia, la semilla de la radiación nuclear les acompañará toda su vida, y muy probablemente, la de muchas generaciones venideras.
Baile de cifras, de muertos directos y de afectados por la radiación. Cáncer de tiroides, leucemias, deformaciones y una infinidad más de enfermedades han sido el fruto de esa radiación. Pero a fecha de hoy, justo el día que se cumplen 20 años de aquella tragedia, nadie se atreve a dibujar el cuadro real de las consecuencias del estallido del reactor Lenin. Lo que sí se sabe es que la radiactividad liberada aquél 26 de abril fue 200 veces mayor que la desprendida por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Sin embargo, la efeméride en si nos devuelve a un gran debate que todo el mundo se tendría que plantear. La energía es el motor de nuestra economía. Pero el progreso económico no puede concebirse de espaldas a su máximo objetivo: Que la gente viva mejor. Dentro de 50 años las reservas de petróleo se agotarán y tendremos que escoger la energía del futuro. Esperemos que los intereses económicos no primen entonces a los intereses de las personas.

17.4.06

El reino de los eufemismos

Si algo caracteriza a las relaciones internacionales, y por consiguiente a los comentarios y análisis que discurren entorno a éstas, es sin duda alguna la desmesurada utilización de eufemismos. Según Wikipedia un eufemismo es "una palabra o expresión que sustituye a otra considerada vulgar, de mal gusto o tabú". Y esto es lo que les pasa a todos. Cuando los redactores de noticias, los comentaristas de televisión, o incluso los más prestigiosos analistas internacionales se ven con la tarea de afrontarse con la dura realidad de las relaciones internacionales, a todos ellos les sucede el mismo extraño proceso: el proceso consiste en maquillar lo real por una realidad paralela y menos explícita. De repente, cuando la inhibición lo rige todo, lo que importa ya no es lo importante. Lo importante es no decir lo que nos duele.

Es entonces cuando aparecen como grandes protagonistas las "operaciones humanitarias" de la OTAN, los "daños col·laterales" de las guerras, o las "técnicas de interrogación reforzada" de las torturas. Las noticias internacionales se convierten, entonces, en el reino de los eufemismos.

En la era de la imagen parece ser que ya no importa seguir cultivando el arte de recrear en forma de palabras la realidad que nos rodea. Ahora, quizá el nuevo arte consista en recrear en forma de eufemismos la realidad que nos supera.